Cuentan que un alpinista desesperado por conquistar el Aconcagua (es una montaña ubicada en la provincia de Mendoza, en el oeste de Argentina), inició su travesía después de algunos años de preparación. Pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde. No se iba preparando para acampar, sino que siguió subiendo decidido a llegar a la cima, hasta que la noche lo alcanzo.
La noche cayó con gran pesadez en lo alto de la montaña; ya casi no podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, este resbaló y se desplomó por los aires.
Caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo partió en dos.
Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. Después de un momento de quietud, suspendido por los aires, gritó con todas sus fuerzas:
-“¡¡¡Ayúdame Dios mío!!!…”
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
¡Corta la cuerda!
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó. Esto no puede ser así
¡Corta la cuerda! — volvió a escuchar
Debo estar volviéndome loco —pensó— repentinamente se volvió a escuchar la voz por última vez.
¡Corta la cuerda! — si, corto la cuerda seguramente me mataré dolorosamente reflexiono, y se resigno a quedar suspendido de la cuerda, esperando que alguien lo viniera a rescatar.
Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontraron colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado fuertemente con las manos a una cuerda…A tan solo dos metros del suelo
Lamentablemente como el joven de la historia los seres humanos tenemos el instinto de aferrarnos a las cosas que consideramos seguras, estas cosas representa nuestras CUERDAS de seguridad, llámense estas, casa, trabajo, dinero, o incluso nosotros mismos, el confiar en Dios demanda de nosotros FÉ, a veces esa fe es puesta a prueba, y lo podemos evidenciar con diferentes ejemplos bíblicos, el caso de Isaac es uno de ellos, quizás importante todavía porque Isaac siendo sacrificado por Abraham, se convierte en un tipo del sacrificio de Cristo; cuando Dios le dice a Abraham “toma tu único hijo y ofrécelo en sacrificio” Abraham se encontró ante un gran dilema, obedecer a la voz de Dios o no obedecer.
¿Habra dudado de la voz que le pedía sacrificar su único hijo directo?
El relato bíblico nos da a entender que no, sino que hizo todo lo que Dios le pidió. De la misma manera Dios requerirá de nosotros algunas decisiones que demuestren el calibre de nuestra fé, algunas peticiones serán verdaderos retos pero lo importante es saber que nuestro Dios es bueno y fiel y que busca lo mejor para sus hijos, así que no te preocupes si Dios te pide Cortar la cuerda.
Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, este resbaló y se desplomó por los aires.
Caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo partió en dos.
Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. Después de un momento de quietud, suspendido por los aires, gritó con todas sus fuerzas:
-“¡¡¡Ayúdame Dios mío!!!…”
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
¡Corta la cuerda!
¡Corta la cuerda! — volvió a escuchar
Debo estar volviéndome loco —pensó— repentinamente se volvió a escuchar la voz por última vez.
¡Corta la cuerda! — si, corto la cuerda seguramente me mataré dolorosamente reflexiono, y se resigno a quedar suspendido de la cuerda, esperando que alguien lo viniera a rescatar.
Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontraron colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado fuertemente con las manos a una cuerda…A tan solo dos metros del suelo
¿Habra dudado de la voz que le pedía sacrificar su único hijo directo?
El relato bíblico nos da a entender que no, sino que hizo todo lo que Dios le pidió. De la misma manera Dios requerirá de nosotros algunas decisiones que demuestren el calibre de nuestra fé, algunas peticiones serán verdaderos retos pero lo importante es saber que nuestro Dios es bueno y fiel y que busca lo mejor para sus hijos, así que no te preocupes si Dios te pide Cortar la cuerda.
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